Día a día
me enfrento a mis alumnos y en varias ocasiones veo la desmotivación que tienen
para aprender, por lo que me lleva a pensar y repensar como afrontar la clase
con diferentes ideas para que traten de superar ese obstáculo.
Como
docente me evalúo si los alumnos reciben adecuadamente lo que transmito y trato
no sólo de evaluarlos en los escritos o cuando pasan al pizarrón, sino cuando
nos encontramos en el pasillo o en el patio; a veces con una simple frase ya me
basta para saber si tienen dudas con la clase o no les gusta la materia.
Tengo la
firme convicción que si puedo transmitirles a mis alumnos parte del
conocimiento de la asignatura y sobre todo transmitir valores, reglas de
conducta o simplemente un sentimiento, me siento afortunada.
Sigo pensando
que enseñar no es sólo la asignatura, sino un cúmulo de pequeñas cosas que
forman un todo y que poco a poco van modelando el conocimiento que tienen los
alumnos.
Hay que
inculcarles que todo conocimiento es válido para la vida, que lo hoy aprendido
no es porque a nosotros se nos antoja, sino que es para que se desarrollen en
un futuro, ya sea en un trabajo o en la vida.
No hay ninguna edad en la que el ser humano termine de construirse para llegar a ser autónomo; un esfuerzo semejante se prolonga a lo largo de toda su existencia.
(Henri Hartung)